¿Cuál es el origen y la historia de este postre italiano?
Al contrario de lo que muchos piensan, tras mucho buscar a lo largo de la historia, los expertos están de acuerdo en apuntar que la receta del tiramisú es bastante moderna, ya que hasta la segunda mitad del siglo XX no hay constancia ni evidencia sobre este particular postre. No obstante, sí que existen ciertas leyendas en torno a él que muchos defienden.
Una de ellas dice que el tiramisú es un invento del siglo XVII en honor del duque de Toscana, Cosimo III de Medici, y en el que a través de sus ingredientes se representaba la fuerza, la virilidad y la humildad de este aristócrata. Este postre se denominaba “zuppa del duca” (sopa del duque) y se dice que tenía características muy similares al tiramisú actual.
Otra de las leyendas extendidas por Italia sobre el origen del tiramisú es la que señala su surgimiento en una pastelería de la ciudad de Turín durante el siglo XIX, como tributo al conde de Cavour, Camillo Paolo Filippo Giulio Benso, mientras trabajaba en el intento de unificar la península italiana.
También hay quienes no creen que ninguna de estas sea cierta y afirman que el tiramisú apareció por primera vez en los burdeles de Treviso, siendo el plato más solicitado por sus clientes al atribuírsele propiedades afrodisíacas.
Pero, como evidencia este artículo, en Italia existe una disputa más moderna sobre el origen del tiramisú entre las regiones de Friuli Venezia Giulia y Véneto. Esta última defiende que el célebre postre nació a finales de los años 60 en el restaurante “Alle Beccherie” de la mano del pastelero Roberto “Loly” Linguanotto.
Sin embargo, los defensores de la otra región dicen que el postre fue inventado en el Hotel Roma, que regentaba Norma Pielli junto a su marido Giuseppe “Beppino” Del Fabbro. En el restaurante servía el llamado “Dolce Torino di Pellegrino Artusi”, a base de bizcochos, mantequilla, chocolate, yemas de huevo y leche. Se dice que, a principios de los años 50, la señora Pielli decidió modificar la receta y sustituir la mantequilla por el mascarpone, así como remojar los bizcochos en café amargo.